El progreso y crecimiento de la población: ¿estamos condenados al estancamiento?

A lo largo del viaje de la humanidad, el ser humano se ha visto perjudicado bajo los efectos de los distintos tipos de estancamiento económico: la etapa malthusiana, la pausa de Engels y el estancamiento secular. Estas etapas han frenado o incluso impedido el avance de las poblaciones.

El estancamiento malthusiano es aplicable a la mayor parte de la historia de la humanidad, desde la revolución neolítica hasta la industrial. Durante este periodo, el crecimiento económico era muy lento y los niveles de vida apenas variaban. Malthus nos explica su teoría en el libro ensayo sobre el principio de la población, concretando que la humanidad no prosperaría a largo plazo, a causa de lo que se conoce como “la trampa de la pobreza”. Esta tesis se basa en explicar la ley de rendimientos decreciente, ya que un aumento de los recursos disponibles debido a avances tecnológicos, contribuirá a un aumento de la calidad de vida de las sociedades y por consiguiente un crecimiento demográfico, el cual, tarde o temprano superará la capacidad de producción de la tierra, generando así hambrunas, enfermedades y guerras por los recursos disponibles, reduciendo así la población hasta los niveles de subsistencia previos. Este mecanismo de reducción de la población se conoce como "control positivo". Pero también existe otro mecanismo, el "control preventivo", por el cual las personas voluntariamente se obligaban a reducir las tasas de natalidad en los periodos de escasez. 


Sin embargo, con la llegada del siglo XIX, esta tendencia cambió radicalmente gracias a las causas y consecuencias de la revolución industrial, es decir, gracias a los avances en las tecnologías, la educación, el descenso de la natalidad, la salud y el comercio, que permitieron aumentar la productividad y la calidad de vida de las poblaciones. Este periodo se conoce como la gran divergencia, ya que además de dar lugar a un aumento considerable del crecimiento económico, también dio lugar a una gran brecha cada vez mayor de desigualdad.

No obstante, justo a la salida de esta etapa nos encontramos con otro problema, la Pausa de Engels, ocurrido entre 1790 y 1840. Esta fase se caracterizó por una gran distancia entre la productividad y los salarios, a medida que los trabajadores eran remplazados por máquinas, ya que eran más productivas. Además, los beneficios obtenidos de la productividad se repartieron de manera desigual.


Por último, una vez que la productividad y los salarios se establecieron "relativamente" y tras unos cuantos años, apareció el estancamiento secular, caracterizado por ser un periodo de bajo crecimiento económico, con episodios de empleo esporádicos y distanciados entre sí. Esta periodo se puede relacionar con la crisis económica mundial de 1929 y la Gran Depresión que le siguió, así como con la crisis financiera de 2008 y la posterior recuperación lenta y desigual. El principal motivo de este estancamiento se puede explicar con la disminución de la demandada, la cual es incapaz de ser estimulada por la política monetaria debido a los bajos niveles de interés. No obstante, el aumento de la propensión marginal al ahorro, sobre todo en países desarrollados, disminuyendo los fondos destinados al gasto o la inversión, también podría tener algo que ver con la disminución de la demandad. Asimismo, una reducción en las tasas de crecimiento demográfico también provoca una reducción del crecimiento del PIB, ya que el capital humano es menor, a pesar de que pueda ser remplazado por las máquinas y nuevas tecnologías. 



En conclusión, el crecimiento económico de la humanidad ha sido el resultado de una compleja interacción entre factores demográficos, tecnológicos, institucionales y culturales, que han generado períodos de estancamiento y de expansión, de desigualdad y de convergencia. A pesar de haber pasado por esas etapas, no podemos quedarnos completamente tranquilos ya que  nunca sabemos que nos puede deparar el futuro. Por eso mismo, como objetivo tenemos el de lograr un crecimiento económico sostenible y equitativo, que respete la biodiversidad del planeta y garantice el bienestar de las generaciones presentes y futuras.

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